Salté como prueba de valor,
reconocer lo que soy, el tiempo de aliado,
descendiendo sin algún temor,
como la llama de un fuego alado.
Ahogándome en ese líquido esencial,
el abismo me brindó la vida,
agonizando, no ves lo superficial,
ganas todo y no pierdes nada.
Solté el oxígeno en mis pulmones
mientras mucho y poco recordaba,
sin hacerme confusiones
lo amaba, mas asfixiaba.
En las plantas se siente al hundirme,
a ciegas en el fondo se experimenta,
de él aprendí en silencio a impulsarme,
estado del alma eternamente atenta.